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domingo, 22 de mayo de 2011

Perfiles

La dueña de las voces populares


Nadie hubiera pensado que esa jovencita de barrio, hija de los asturianos Pedro Traverso y María Ángela Pérez, llegaría a ser la estrella que fue. La llamaban Marinita, pero se llamaba Marina Esther Traverso. Nació en Argentina, aunque se sintió siempre española, y en ella convivieron criadas, cantantes, ancianas, bailarinas, pitucas y extranjeras. Todas esas mujeres fueron y serán Niní Marshall, el nombre que la profesión supo darle a la inolvidable humorista y guionista que marcó por siempre al mundo del espectáculo.


Marshall nació en 1903 en el barrio de San Telmo, vivió unos años en Rosari
o y volvió a Buenos Aires al poco tiempo junto a su madre. Desde jovencita demostró tener el don de divertir. Su mamá fue muy importante para dar comienzo a su exitosa carrera, porque las fiestas de disfraces que ella organizaba y de las que Niní participaba junto a sus hermanos, fueron el puntapié necesario para dar rienda suelta a la gran comediante que tenía dentro. Lideró un grupo de chicos con los que hacía teatro casero y estudió danzas españolas. Apenas terminó el colegio, conoció al ingeniero Felipe Edelman, quien fue el padre de su única hija, Ángela, y su primer fracaso amoroso tras dejarla en la ruina poco tiempo después debido a su adicción al juego. Casi al mismo tiempo murió su madre y sola con su niña, salió a enfrentar la cruda realidad que le tocaba vivir.

El camino hacia la fama que no esperaba comenzó a forjarse cuando un amigo le ofreció el puesto de crítica en Sintonía, revista reconocida de los años ‘30. Empezó con la columna Alfilerazos, en la que firmaba con el seudónimo de “Mitzi”. Después llegó Radio Municipal, dónde actuaba de “cancionista internacional”, hablando en varios idiomas que sabía a medias. Su personalida
d extrovertida y carismática fue crucial en su evolución artística y permitió el nacimiento de los personajes más divertidos, desopilantes y queribles de la historia radial. Fue así como al poco tiempo llegaron “Cándida”, la empleada doméstica gallega, y la italiana “Catita”.

Niní Marshall fue la precursora del humor femenino en radio, pero esto no fue producto del azar, sino de un intenso trabajo de campo que la artista hacía cuando sacaba a pasear su figura por las calles, plazas y peluquerías porteñas. Su peculiar visión del mundo hacía que una simple conversación de comadronas se convierta en material fresco para sus sketches, que escribía en la cama con el desayuno al lado. De hecho, “Catita” surgió de escuchar a las chicas que iban a pedirle autógrafos a Juan Carlos Thorry, por entonces su compañero de radio."Creé a mis personajes observando a la gente, prestando atención a los pequeños defectos que podían causar risa", escribió Niní en su libro autobiográfico Mis memorias, en el año 1985. Otras de las inolvidables creaciones de Marshall fueron “Lupe”, una joven mexicana sufrida y enamorada de su esposo borracho; “Mingo”, un chico travieso del barrio; “Niña Jovita”, “Doña Pola” y “Belarmina Cueio”, empleada doméstica, provinciana y torpe.

En 1938, el director cinematográfico Manuel Romero vio un gran potencial en la popular mujer de radio, y eligió a "Catita" para encarnar a una de las Mujeres que trabajan, película que con el debut de Niní en cine se convirtió en un éxito indiscutible. Su popularidad y el cariño de la gente por sus personajes crecían cada vez más, p
ero en su camino se encontró con una adversaria igual de formidable: Eva Duarte de Perón. La mala suerte arrancó en 1943, cuando Marshall fue censurada por la dictadura de Edelmiro Farrell acusada de “deformar el idioma" y poner en riesgo la pureza de la lengua "para el pueblo que no tiene capacidad de discernir". Además de la separación de su segundo esposo, Marcelo Salcedo, el mayor disgusto se lo llevó en 1950 cuando tuvo que exiliarse en México acusada de estar en la lista negra del gobierno peronista. Juan Duarte, hermano de Eva y secretario de Perón, le mandó a decir que se había enterado de que en una “cena de pitucos", Niní había imitado a "La Señora" en términos insultantes. No faltó quienes comentaron que se trataba de una excusa inventada por Evita producto de sus celos, ya que era de público conocimiento la admiración que el general sentía por la humorista desde que se conocieron en 1943, cuando le dijo: "Tengo mucho gusto de conocer a Catita”.


En México, Niní siguió trabajando en radio y cine. Hizo nueve películas en el país azteca, como Una gallega en la Habana y Dios los cría y se casó por tercera vez, con Carmelo Santiago. En 1955 regresó a la Argentina, donde volvió a ocupar su posición de estrellato, con todos los honores. En los años ‘60 sacó un vinilo con canciones y cuentos infantiles titulado “Para los niños”. En 1973, de la mano de Lino Patalano, debutó en la temporada marplatense en “Y se nos fue de repente”, espectáculo de café concert que luego se convertiría en uno de los máximos exponentes del humor negro del país. Luego de ser la figura estelar de varios programas televisivos como “Cosas de mamá y papá” y “El humor de Niní Marshall”, y de su despedida escénica en 1981 con la obra "¿Quién apagó la luz?", decidió retirarse. En 1988 apareció por última vez en televisión en el programa "El mundo de Antonio Gasalla", donde interpretó a "Doña Caterina".








En los años posteriores, Niní fue objeto de numerosos homenajes. En 1979 ganó el Martín Fierro Especial y diez años después fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. México también la había reconocido con el Premio a la Mejor Actriz de Teatro, en 1961. Pero la magia se esfumó cuando la mujer multifacética murió el 18 de marzo de 1996, a los 93 años. Con un total de 37 películas y 14 personajes, su nombre en un pasaje de Villa Carlos Paz, Córdoba, y la posibilidad de que una de las calles del barrio Puerto Madero también lo lleve, Niní Marshall es recordada en la Argentina como la mujer humorista más importante que dio el siglo XX.







Dueña de un ingenio inigualable, de una belleza y un carisma sin par, Niní Marshall fue un personaje clave en la historia del espectáculo argentino. “Mi vida no es más que la de una señora de su casa que se hizo graciosa”, confesaba humildemente Niní Marshall. Pero para los que disfrutaron y valoraron su admirable talento, fue y será por siempre una de las mejores actrices y guionistas cómicas de todos los tiempos.

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