-¿Por qué cree que su madre, la actriz y guionista Niní Marshall, se diferenció del resto de los artistas?
- Para mí no fue por ser una actriz cómica, sino porque fue una creadora y precursora en lo suyo, dado que en esa época cuando ella comenzó a ser conocida, no había humoristas mujeres. Es más, cuando fue a Radio El mundo a pedir que le dejaran escribir sus propios guiones porque lo que le estaban haciendo decir en una audición cómica no tenía gracia, le dijeron que no porque no por ser mujer, pero después de tanto insistir le dieron el sí y ahí empezó a ser conocida.
-Cuando Niní empezó a hacerse famosa ¿Cómo la notaba al llegar a casa?
-Cuando filmaba, sobre todo con Romero (Manuel), hacía las películas en 28 días y ahi directamente no la veía porque se iba a las tres de la mañana y volvía a las diez de la noche muerta de cansancio. Ella empezaba desde temprano, desayunaba en la cama y escribía sus sketches en un block Coloso, una marca muy característica de la época y a veces decía delante de la página en blanco “¿y hoy que digo?”. Pero pese a todo solía tener buen humor, porque era una mujer de muy lindo carácter. Cuando estaba muy cansada de filmar, se iba sola diez días a la quinta que tenía en Moreno. Nos dejaba a mí y a su marido, mi padrastro, agarraba el perro y se marchaba. A mi madre no le molestaba estar sola porque tenía mucha vida interior.
-¿Cómo era Niní enojada?
-Era muy dulce y durante toda su vida, jamás dijo una mala palabra. Aparte siempre decía que para hacer reír no era necesario decir groserías ni palabrotas. Sólo una vez la recuerdo muy enojada y fue cuando estaba por debutar en Mar del Plata con Y se nos fue de repente. Mi mamá había pedido que si le querían sacar fotos, lo hicieran antes o después de la función, pero no durante. Me acuerdo que estaba en el escenario haciendo a Doña Pola, uno de sus personajes, y alguien le sacó una foto ¡Para qué! Se dio vuelta, dio como un puntapié en el piso y de los nervios rompió el ramo de flores que tenía en la mano. Pero nunca tuvo un mal carácter, ella sólo defendía a muerte lo que consideraba justo.
-¿De qué se reía su madre y que cosas podían llegar a herirla?
- Nos tomaba de punto a todos, era muy observadora y le gustaba el humor fino, como el de Les Luthiers o Tato Bores, mas allá de que a ella no le interesaba la política. Y podía herirla la injusticia ¿Por qué crees que se fue y se exilió 5 años en México? Porque injustamente la acusaron de deformar el idioma y la sacaron de la radio porque según el vocero de Juan Duarte, el hermano de Eva (Perón), había imitado a La señora disfrazada de prostituta en un fiesta. Fue algo que no esperaba, la dejó muy mal la acusación y con toda la angustia del mundo, decidió marcharse.
-¿Qué diferencias encontró entre Niní mamá y Nini Abuela?
-Mis hijos siempre dicen que fue una abuela muy piola. Así como te digo que fue mamá, ellos la recuerdan como abuela. Los divertía mucho a los chicos. Imaginate que yo nunca contraté un payaso para los cumpleaños, porque ella los animaba. Una vez les construyó un teatro para títeres hermoso, escribía obras para hacer actuar a mis hijos y veraneó sola junto a ellos. Era una abuela bárbara, como quiero ser yo con mis nietos.
-¿Cómo era un día de Nini en su vejez?
- Se quedaba en casa, sólo salía para ir al cine o al teatro. Tenía otra gran amiga, Haydee, que la venia a visitar a casa seguido. También leía mucho, miraba televisión, pero sólo le gustaban ciertos programas como uno de España que le ponía siempre para que se entretuviera porque ella siempre decía que era una española nacida en Argentina.
-¿Cree que su madre hizo todo lo que quiso en vida?
-Sí, yo creo que hizo todo lo que quiso. Cuando ya era muy viejita, empezó a recordar las cosas tristes de su vida. Y yo le dije: “En 90 años que tenes ¿Cuántos años malos habrás tenido entre divorcios, exilio, enfermedades y muerte? ¿Veinte años? El resto, fueron 70 años de felicidad gracias a vos misma, así que por favor no me jodas”.
-¿Qué lecciones de vida le dejó su madre?
-Una de ellas es luchar por lo que uno cree que es justo, mirar hacia adelante y trabajar, porque ella lo hizo hasta los 80 años y se retiró pudiendo haber seguido, pero siempre decía que quería dejar un buen recuerdo y no asistir a sus propios funerales.
-¿Qué recuerda de aquel 18 de marzo de 1996, cuando Niní se fue?
-Recuerdo que después del cementerio, vinimos a casa. Estábamos mis hijos, mi marido, Sara, la empleada que la acompañó muchos años, y yo. Nos pusimos a ver una película de ella, porque reírse nos pareció el mejor homenaje que podíamos darle.
-¿Qué significa para usted que una calle de Puerto Madero tenga el nombre de su madre?
-Me parece muy justo porque fue una persona que dio mucha alegría a la gente. No hace tanto tiempo, se me acercó una de las hijas de Sandrini (Luis) en un festival y me dijo: “De su mamá como se acuerdan, a mi papá no lo nombra nadie”. Es verdad y es muy triste. Lo que ocurre es que a Sandrini se lo asocia con la tristeza y el pobre feliz, y en cambio a mi mamá con la alegría, yo creo que por eso el público no la olvida. Es el día de hoy que la gente de todas las edades la recuerda, y me paran por la calle para darme un beso, y yo se que ese beso es para ella. Hace 14 años que falleció y 26 que se retiró y la gente la recuerda como si fuera ayer, porque ella ha dejado alegría sana y un agudo sentido del humor.