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domingo, 22 de mayo de 2011

Angela Abregó, hija de Niní Marshall

“Nunca contraté un payaso para los cumpleaños porque ella los animaba”

La hija de la grandiosa Niní Marshall, Angela Abregó, cuenta intimidades de la vida de la actriz, cómo era como madre y abuela, describe a la perfección su caracter y confiesa qué legado moral le dejó su madre.


-¿Por qué cree que su madre, la actriz y guionista Niní Marshall, se diferenció del resto de los artistas?

- Para mí no fue por ser una actriz cómica, sino porque fue una creadora y precursora en lo suyo, dado que en esa época cuando ella comenzó a ser conocida, no había humoristas mujeres. Es más, cuando fue a Radio El mundo a pedir que le dejaran escribir sus propios guiones porque lo que le estaban haciendo decir en una audición cómica no tenía gracia, le dijeron que no porque no por ser mujer, pero después de tanto insistir le dieron el sí y ahí empezó a ser conocida.

-Cuando Niní empezó a hacerse famosa ¿Cómo la notaba al llegar a casa?

-Cuando filmaba, sobre todo con Romero (Manuel), hacía las películas en 28 días y ahi directamente no la veía porque se iba a las tres de la mañana y volvía a las diez de la noche muerta de cansancio. Ella empezaba desde temprano, desayunaba en la cama y escribía sus sketches en un block Coloso, una marca muy característica de la época y a veces decía delante de la página en blanco “¿y hoy que digo?”. Pero pese a todo solía tener buen humor, porque era una mujer de muy lindo carácter. Cuando estaba muy cansada de filmar, se iba sola diez días a la quinta que tenía en Moreno. Nos dejaba a mí y a su marido, mi padrastro, agarraba el perro y se marchaba. A mi madre no le molestaba estar sola porque tenía mucha vida interior.


-¿Cómo era Niní enojada?

-Era muy dulce y durante toda su vida, jamás dijo una mala palabra. Aparte siempre decía que para hacer reír no era necesario decir groserías ni palabrotas. Sólo una vez la recuerdo muy enojada y fue cuando estaba por debutar en Mar del Plata con Y se nos fue de repente. Mi mamá había pedido que si le querían sacar fotos, lo hicieran antes o después de la función, pero no durante. Me acuerdo que estaba en el escenario haciendo a Doña Pola, uno de sus personajes, y alguien le sacó una foto ¡Para qué! Se dio vuelta, dio como un puntapié en el piso y de los nervios rompió el ramo de flores que tenía en la mano. Pero nunca tuvo un mal carácter, ella sólo defendía a muerte lo que consideraba justo.

-¿De qué se reía su madre y que cosas podían llegar a herirla?

- Nos tomaba de punto a todos, era muy observadora y le gustaba el humor fino, como el de Les Luthiers o Tato Bores, mas allá de que a ella no le interesaba la política. Y podía herirla la injusticia ¿Por qué crees que se fue y se exilió 5 años en México? Porque injustamente la acusaron de deformar el idioma y la sacaron de la radio porque según el vocero de Juan Duarte, el hermano de Eva (Perón), había imitado a La señora disfrazada de prostituta en un fiesta. Fue algo que no esperaba, la dejó muy mal la acusación y con toda la angustia del mundo, decidió marcharse.

-¿Qué diferencias encontró entre Niní mamá y Nini Abuela?

-Mis hijos siempre dicen que fue una abuela muy piola. Así como te digo que fue mamá, ellos la recuerdan como abuela. Los divertía mucho a los chicos. Imaginate que yo nunca contraté un payaso para los cumpleaños, porque ella los animaba. Una vez les construyó un teatro para títeres hermoso, escribía obras para hacer actuar a mis hijos y veraneó sola junto a ellos. Era una abuela bárbara, como quiero ser yo con mis nietos.

-¿Cómo era un día de Nini en su vejez?

- Se quedaba en casa, sólo salía para ir al cine o al teatro. Tenía otra gran amiga, Haydee, que la venia a visitar a casa seguido. También leía mucho, miraba televisión, pero sólo le gustaban ciertos programas como uno de España que le ponía siempre para que se entretuviera porque ella siempre decía que era una española nacida en Argentina.

-¿Cree que su madre hizo todo lo que quiso en vida?

-Sí, yo creo que hizo todo lo que quiso. Cuando ya era muy viejita, empezó a recordar las cosas tristes de su vida. Y yo le dije: “En 90 años que tenes ¿Cuántos años malos habrás tenido entre divorcios, exilio, enfermedades y muerte? ¿Veinte años? El resto, fueron 70 años de felicidad gracias a vos misma, así que por favor no me jodas”.

-¿Qué lecciones de vida le dejó su madre?

-Una de ellas es luchar por lo que uno cree que es justo, mirar hacia adelante y trabajar, porque ella lo hizo hasta los 80 años y se retiró pudiendo haber seguido, pero siempre decía que quería dejar un buen recuerdo y no asistir a sus propios funerales.

-¿Qué recuerda de aquel 18 de marzo de 1996, cuando Niní se fue?

-Recuerdo que después del cementerio, vinimos a casa. Estábamos mis hijos, mi marido, Sara, la empleada que la acompañó muchos años, y yo. Nos pusimos a ver una película de ella, porque reírse nos pareció el mejor homenaje que podíamos darle.

-¿Qué significa para usted que una calle de Puerto Madero tenga el nombre de su madre?

-Me parece muy justo porque fue una persona que dio mucha alegría a la gente. No hace tanto tiempo, se me acercó una de las hijas de Sandrini (Luis) en un festival y me dijo: “De su mamá como se acuerdan, a mi papá no lo nombra nadie”. Es verdad y es muy triste. Lo que ocurre es que a Sandrini se lo asocia con la tristeza y el pobre feliz, y en cambio a mi mamá con la alegría, yo creo que por eso el público no la olvida. Es el día de hoy que la gente de todas las edades la recuerda, y me paran por la calle para darme un beso, y yo se que ese beso es para ella. Hace 14 años que falleció y 26 que se retiró y la gente la recuerda como si fuera ayer, porque ella ha dejado alegría sana y un agudo sentido del humor.

Perfiles

La dueña de las voces populares


Nadie hubiera pensado que esa jovencita de barrio, hija de los asturianos Pedro Traverso y María Ángela Pérez, llegaría a ser la estrella que fue. La llamaban Marinita, pero se llamaba Marina Esther Traverso. Nació en Argentina, aunque se sintió siempre española, y en ella convivieron criadas, cantantes, ancianas, bailarinas, pitucas y extranjeras. Todas esas mujeres fueron y serán Niní Marshall, el nombre que la profesión supo darle a la inolvidable humorista y guionista que marcó por siempre al mundo del espectáculo.


Marshall nació en 1903 en el barrio de San Telmo, vivió unos años en Rosari
o y volvió a Buenos Aires al poco tiempo junto a su madre. Desde jovencita demostró tener el don de divertir. Su mamá fue muy importante para dar comienzo a su exitosa carrera, porque las fiestas de disfraces que ella organizaba y de las que Niní participaba junto a sus hermanos, fueron el puntapié necesario para dar rienda suelta a la gran comediante que tenía dentro. Lideró un grupo de chicos con los que hacía teatro casero y estudió danzas españolas. Apenas terminó el colegio, conoció al ingeniero Felipe Edelman, quien fue el padre de su única hija, Ángela, y su primer fracaso amoroso tras dejarla en la ruina poco tiempo después debido a su adicción al juego. Casi al mismo tiempo murió su madre y sola con su niña, salió a enfrentar la cruda realidad que le tocaba vivir.

El camino hacia la fama que no esperaba comenzó a forjarse cuando un amigo le ofreció el puesto de crítica en Sintonía, revista reconocida de los años ‘30. Empezó con la columna Alfilerazos, en la que firmaba con el seudónimo de “Mitzi”. Después llegó Radio Municipal, dónde actuaba de “cancionista internacional”, hablando en varios idiomas que sabía a medias. Su personalida
d extrovertida y carismática fue crucial en su evolución artística y permitió el nacimiento de los personajes más divertidos, desopilantes y queribles de la historia radial. Fue así como al poco tiempo llegaron “Cándida”, la empleada doméstica gallega, y la italiana “Catita”.

Niní Marshall fue la precursora del humor femenino en radio, pero esto no fue producto del azar, sino de un intenso trabajo de campo que la artista hacía cuando sacaba a pasear su figura por las calles, plazas y peluquerías porteñas. Su peculiar visión del mundo hacía que una simple conversación de comadronas se convierta en material fresco para sus sketches, que escribía en la cama con el desayuno al lado. De hecho, “Catita” surgió de escuchar a las chicas que iban a pedirle autógrafos a Juan Carlos Thorry, por entonces su compañero de radio."Creé a mis personajes observando a la gente, prestando atención a los pequeños defectos que podían causar risa", escribió Niní en su libro autobiográfico Mis memorias, en el año 1985. Otras de las inolvidables creaciones de Marshall fueron “Lupe”, una joven mexicana sufrida y enamorada de su esposo borracho; “Mingo”, un chico travieso del barrio; “Niña Jovita”, “Doña Pola” y “Belarmina Cueio”, empleada doméstica, provinciana y torpe.

En 1938, el director cinematográfico Manuel Romero vio un gran potencial en la popular mujer de radio, y eligió a "Catita" para encarnar a una de las Mujeres que trabajan, película que con el debut de Niní en cine se convirtió en un éxito indiscutible. Su popularidad y el cariño de la gente por sus personajes crecían cada vez más, p
ero en su camino se encontró con una adversaria igual de formidable: Eva Duarte de Perón. La mala suerte arrancó en 1943, cuando Marshall fue censurada por la dictadura de Edelmiro Farrell acusada de “deformar el idioma" y poner en riesgo la pureza de la lengua "para el pueblo que no tiene capacidad de discernir". Además de la separación de su segundo esposo, Marcelo Salcedo, el mayor disgusto se lo llevó en 1950 cuando tuvo que exiliarse en México acusada de estar en la lista negra del gobierno peronista. Juan Duarte, hermano de Eva y secretario de Perón, le mandó a decir que se había enterado de que en una “cena de pitucos", Niní había imitado a "La Señora" en términos insultantes. No faltó quienes comentaron que se trataba de una excusa inventada por Evita producto de sus celos, ya que era de público conocimiento la admiración que el general sentía por la humorista desde que se conocieron en 1943, cuando le dijo: "Tengo mucho gusto de conocer a Catita”.


En México, Niní siguió trabajando en radio y cine. Hizo nueve películas en el país azteca, como Una gallega en la Habana y Dios los cría y se casó por tercera vez, con Carmelo Santiago. En 1955 regresó a la Argentina, donde volvió a ocupar su posición de estrellato, con todos los honores. En los años ‘60 sacó un vinilo con canciones y cuentos infantiles titulado “Para los niños”. En 1973, de la mano de Lino Patalano, debutó en la temporada marplatense en “Y se nos fue de repente”, espectáculo de café concert que luego se convertiría en uno de los máximos exponentes del humor negro del país. Luego de ser la figura estelar de varios programas televisivos como “Cosas de mamá y papá” y “El humor de Niní Marshall”, y de su despedida escénica en 1981 con la obra "¿Quién apagó la luz?", decidió retirarse. En 1988 apareció por última vez en televisión en el programa "El mundo de Antonio Gasalla", donde interpretó a "Doña Caterina".








En los años posteriores, Niní fue objeto de numerosos homenajes. En 1979 ganó el Martín Fierro Especial y diez años después fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. México también la había reconocido con el Premio a la Mejor Actriz de Teatro, en 1961. Pero la magia se esfumó cuando la mujer multifacética murió el 18 de marzo de 1996, a los 93 años. Con un total de 37 películas y 14 personajes, su nombre en un pasaje de Villa Carlos Paz, Córdoba, y la posibilidad de que una de las calles del barrio Puerto Madero también lo lleve, Niní Marshall es recordada en la Argentina como la mujer humorista más importante que dio el siglo XX.







Dueña de un ingenio inigualable, de una belleza y un carisma sin par, Niní Marshall fue un personaje clave en la historia del espectáculo argentino. “Mi vida no es más que la de una señora de su casa que se hizo graciosa”, confesaba humildemente Niní Marshall. Pero para los que disfrutaron y valoraron su admirable talento, fue y será por siempre una de las mejores actrices y guionistas cómicas de todos los tiempos.

miércoles, 18 de mayo de 2011




Hugo Arana, actor


“Ojala que esta nueva Ley de medios permita abrir más el juego”


El malo de Los exitosos Pells y un referente en el mundo del espectáculo, expresa su opinión sin pelos en la lengua sobre la nueva Ley de Medios, brinda su postura sobre la ausencia de ficción en la televisión de aire y relata que significa hacer la obra de teatro Baraka con el mismo elenco de Los Mosqueteros.



Algún día la historia del hombre dejará de ser monopolizada, ya no por los pequeños grupos monopólicos sino por la banca internacional, que es la que domina todo”, confiesa el actor de cine, teatro y televisión Hugo Arana, expresando su profundo deseo de cambio a partir de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales.



Arana es uno de los protagonistas de Baraka, obra que tras su indiscutible éxito en Argentina y Latinoamérica, vuelve a triunfar en Londres y Barcelona, junto a los actores Darío Grandinetti, Juan Leyrado y Jorge Marrale. “Es una obra muy bien escrita, y evidentemente eso se ve en la platea, en el saludo. La gente, de todas las edades, se para y aplaude con alegría”, describe Arana y agrega que “es una obra que abarca un espectro de edad y de problemáticas muy amplio, y por eso resulta maravillosa actuarla”.



Los más de 40 años de trayectoria en cine, teatro y televisión que lleva con orgullo en sus espaldas, y el protagonismo de éxitos indiscutibles como Matrimonios y algo más, La tregua, Los exitosos Pells y Para vestir santos, convierten a este actor tan magnifico como humilde, en un sujeto con la palabra más que autorizada para dar su visión de diversos temas.

Respecto a la ausencia de los programas de sketches en la televisión argentina, Arana considera que el mundo de la ficción va recorriendo caminos y que en base a ello “hay géneros que a veces pueden valer en un tiempo determinado y otros pueden llegar a gastarse con el paso del tiempo”. Pero a pesar de eso, reconoce que faltan el género humorístico en la televisión de aire, que le gustaría que se vuelvan a hacer programas de sketch y da por sentado que “existe un material más rico del que se ve”. Arana asegura desde su lugar, que “como pueblo, como historia, con sus anhelos y tragedias, tenemos material más complejo del que se muestra”.


“Ojala que esta nueva Ley de medios permita abrir más el juego”, reflexiona el actor. Y expresa desde el alma su hartazgo de que en consecuencia de la existencia de los monopolios del mercado informativo, “sólo tres o cuatro cráneos sean dueños del destino de miles y millones”.